Resulta más que propicio inaugurar esta publicación familiar en una fecha tan especial. La Navidad, tal como se lo escuché decir al Dr. Maestre hace unos días, más allá del tráfico y los regalos, más allá de Saga y de Ripley, más allá del pavo, el lechón o el pollo a la brasa, más allá incluso de las religiones, debería ser una fiesta de reencuentros. Primero, un reencuentro espiritual, con uno mismo y con quienes queremos ser. Segundo, un reecuentro con las familias.
Y digo "familias" y no "familia" porque cada uno, con algo de suerte, termina descubriendo dos familias. Una, la que nos tocó por sangre; otra, la que nos da la vida. Muchas personas en el mundo tienen la desdicha de no encontrar amor en su propio hogar y tienen que conformarse con el amor (muchas veces inmenso) que pueden dar los amigos. Afortunadamente, no es nuestro caso y creo que hoy todos nosotros podemos estar felices por el amor que emana y que recibimos de nuestra propia sangre.
Esta página se crea especialmente hoy para celebrar a la familia que nos hizo crecer juntos y que nos convirtió en quienes somos. Que todas las dichas, pero sobre todo la paz, nos iluminen y bendigan a cada uno de nuestros hogares. Y como toda Navidad viene con regalos, cumplo con publicar algunas célebres imágenes en las que queda claro que, definitivamente, hay de por medio una raza maldita que nos hermana.
Feliz Navidad.